2018-05-20

¡Hola, hola! Aquí estoy por petición de Nekane, contándoos lo vivido en nuestro viaje a Toledo, según yo, claro.

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Salimos puntualitos de Errenteria, con cara de sueño e ilusionados. En un plis plas nos presentamos en nuestra primera parada, Lerma, pueblo de Burgos. Allí tuvimos el tiempo justo para darnos unos gustos y comprobar que a tiro de piedra tenemos un lugar perfecto para una escapada de finde, cosas que ver y degustar.

Nuestra siguiente parada fue en Numancia de la Sagra, pueblo del norte de Toledo, en la comunidad de Castilla La Mancha. Cuando llegamos ya eran sobre las dos de la tarde, la hora de comer y beber. Comimos bien y bebimos mejor. Después estiramos las piernas, de mover el “body”. Unas y nos más que otras. Continuamos viaje. ¡Esto iba cada vez mejor!

Llegamos a Toledo con el sol todavía alto. Así que hicimos una entrada triunfal por la llamada Puerta Nueva de la Bisagra, ¡Imponente! Subimos la cuesta, pasamos por la plaza de Zocodover, en su parte este se encuentra El Arco de la Sangre, y entre callejas bajamos hacia La Catedral. Toledo es subir y bajar cuestas, por aquí y por allá, no acto para jubilatas amantes del sofá. Acabamos en la zona sur donde contemplamos el curso del río Tajo, hermoso. El Tajo, además, hace de muralla natural protectora de la ciudad y sus gentes. La historia dice que aquí estuvieron, los Romanos, los Godos, los Visigodos y los Musulmanes. Los nativos cuentan, que en sus genes están todos ellos. Recorrimos sus márgenes y caminamos hacia el este, con bonitas vistas, bajo un hermoso atardecer, hasta llegar al puente de Alcántara, junto a la Puerta de Alcántara, ambos del medievo. Cuando llegamos hasta allí, el día declinaba y ¡nuestras fuerzas también! Tocaba cenar en el super Hotel Mª Cristina. Un acierto total. A descansar y al día siguiente… ¡A conquistar Toledo!

El día siguiente llegó, y lo empezamos encaminándonos hacia la iglesia de S. Ildefonso  o Jesuitas, consagrada  al patrón de Toledo, S. Ildefonso. De arte barroco, está situada en un alto con dos altas torres desde las cuáles contemplamos la ciudad de Toledo. Seguido, nos encaminamos hacia Plaza del Ayuntamiento, donde se encuentran La Catedral, el Ayuntamiento y el Palacio Arzobispal. La Catedral grandiosa por dentro y por fuera, de estilo Gótico. Me detuve en el coro, su sillería es impresionante, también en la sacristía con un cuadro de El Greco al fondo, y vi su bóveda, que está decorada con un fresco de Luca Jordán. El fresco describe el descenso de la Virgen e imposición de la casulla a S. Ildefonso ¡Guau!, me gustó mucho. Y muchas cosas más……

La siguiente parada fue el Alcázar, edificio que emana fortaleza y sobriedad, pues estaba pensado para la defensa de la ciudad. Fue destruido cinco veces dos de ellas por incendio y siempre reconstruido. Hoy alberga el Museo del Ejército, muy interesante, y la Biblioteca de Castilla la Mancha.

Después de esto tocaba reponer fuerzas en el Restaurante Palacios. ¡Otro gran acierto!

Ya por la tarde, nos adentramos en el barrio judío, visitando la Casa Museo de El Greco, la Iglesia de S. Tomé, donde contemplamos El entierro del Conde de Orgaz, más la Iglesia del Salvador, construida sobre ruinas romanas, bizantinas, y musulmanas, y con minarete incluido reconvertido en campanario. En ella fue bautizada Juana I de Castilla (La Loca). ¡Esto es Toledo!

El día 18 miércoles, ya en el ecuador del viaje, visitamos el Hospital de Tavera, construido por el cardenal Tavera para dejar constancia de su existencia en la tierra, de estilo renacentista con un doble patio unido por arcadas, muy interesante y estancias visitables con mobiliario del siglo XVII. Como antiguo hospital conserva la botica y libros de enfermería que hoy siguen siendo consultados. En otras estancias, alberga pinturas diversas y la única escultura realizada por El Greco. Además, el edifico consta de un archivo de la Nobleza Nacional, que es como el Hola, bueno un poco más serio. Los documentos son de historia, también hay una muestra de tintas y materiales utilizados para su creación (por ejemplo, las agallas del roble), así como la evolución del material donde escribimos.

Terminada la visita a Tavera, seguimos nuestro recorrido por Toledo. Visitamos S. Juan de los Reyes, monasterio de arte gótico flamígero, fundado por los Reyes Católicos como futuro panteón real. ¡Bello de verdad! Un regalo para los sentidos, en especial su claustro. Al ladito, contemplamos la escuela de Artes y Oficios, con fachada de estilo mudéjar, y continuamos con el Real Colegio de Doncellas Nobles, fundado por el cardenal Silíceo, para acoger hijas ilegítimas de los nobles y jóvenes sin recursos para servirlas de la diócesis de Toledo. Aquí nos explicaron que la palabra noble hacía referencia a no tener ninguna relación de herencia o creencia con judíos o musulmanes, es decir, cristianas puras. Hay historias para dar y tomar sobre este centro y por si fuera poco está unido por un cobertizo a un convento de frailes. Hay que destacar el mausoleo realizado en mármol del cardenal fundador. Después nos fuimos a visitar la Sinagoga de Santa María la Blanca, de estilo mudéjar y blanca. ¡No hay que perdérsela!

Y ya se nos había echado encima la hora de comer, descansar y charlar de las cosas vistas. La tarde la tuvimos libre. Junto con otras “compis” visité la Sinagoga del Tránsito, de estilo mudéjar, otro regalo para los sentidos, hermosa de verdad, además alberga un museo sobre la vida, costumbres y evoluciones del pueblo judío. Así mismo visitamos el museo y casa de Victorio Macho, escultor, bonita muestra, mereció la pena y la casa muy hermosa sobre el río Tajo, donde pudimos contemplar la belleza del Puente de San Martín. Al salir de ahí, el día ya no dio para muchas cosas más y tocó recogerse.

Llegamos al jueves, visita a Consuegra, pueblo Toledano típico manchego. Nos dio la bienvenida un consaburense (su gentilicio), Javier, nuestro guía apasionado, simpático, amante de su pueblo. Nos mostró el mecanismo de los Molinos de Viento, el cultivo y procesamiento del azafrán, y demás recursos de la zona. También nos contó la historia de Consuegra de manera meticulosa, a través de su castillo, construcción romana, que pasó luego a ocupación musulmana, y más tarde pasó a la Orden  militar de San Juan. El Castillo de la Muela, que así se llama, albergaba en su interior un basurero de aquellos tiempos, que pasó a ser el mejor recurso para reconstruir la historia de Consuegra. Los objetos se encuentran recogidos en el museo de Consuegra. Entre una cosa y otra, se nos hizo la hora de comer. Comimos, claro, viandas propias del mismísimo Don Quijote y en un lugar singular, bajo cuevas de 2.000 años de antigüedad, que más tarde fue priorato de la Orden de San Juan con su torre del Homenaje y todo (La Tercia). Fue un buen final. Después de comer una comida tradicional excelente, visitamos una almazara. Allí nos mostraron todos los pasos sobre la extracción del aceite mecanizada y maquinaria sofisticada última generación.

El viernes 20 llegó, y tocaba volver, pero nos hicimos el penúltimo regalo, un alto en La granja de San Ildefonso (Segovia). Visita guiada por el palacio, con una guía de lujo, Elena. Iniciamos la visita desde el patio de los carruajes por la mismísima puerta y las escalinata por donde sus majestades entraban (no sus invitados). El Palacio fue construido hacia 1718 y se convirtió en la residencia de verano de Felipe V, primer rey Borbón español, nacido en el Palacio de Versalles. El palacio de La Granja es por eso una imitación del mismo. En la visita supimos que además del palacio tenemos un patrimonio de 3.000 tapices, el mayor del mundo, gracias a que Felipe II los protegió en su testamento, dejando dicho que las deudas dejadas por los reyes nunca serían pagadas con tapices. En una sala especial, contemplamos varias muestras de estos, unos se utilizaban como altares improvisados en viajes, los pequeños para decorar, los grandes para engalanar fachadas. Todos trasmiten mensajes, las escenas no son baladís, su fabricación estaba reglamentada, señalando que sólo se podían tejer en primavera y verano.

Visitamos las dependencias de los reyes ricamente adornadas y muy vistosas, como eran en origen. Había cuadros de los reyes sin corona pero junto a ella, porque en España los Reyes no se coronan, se proclaman. Contemplamos  dos cuadros de Luca Jordano pintados en cristal. Al ser pintados en cristal, la pintura resbalaba, por lo que él impregno el cristal con ajo y pintando el orden de los protagonistas al revés porque al verlos el cristal está primero. Además, Elena nos contó que Luca pintaba con ambas manos. Las lámparas del Palacio son increíbles, grandiosas, francesas y españolas. Se distinguen unas de otras porque las españolas no tienen el bronce labrado, como las francesas. Llegaban a tener hasta 72 velas. Bajamos a la planta baja constituida por varias estancias comunicadas, todas con  puertas al jardín, espectacular. Los jardines se adivinaban superiores, así como sus fuentes. Frente al palacio se encuentra la llamada Cascada Nueva donde en un estrado al inicio de la cascada, el Castrato Farinelli cantaba para el rey Felipe V, el cual lo escuchaba desde sus estancias.

Y con este azúcar termina nuestro viaje, nos quedaba parar en Turégano para reponer fuerzas y calentarnos. Pueblo chulo, merece una visita más despacio. Allí, nos esperaba un típico menú castellano en La Casa Vieja. Nos trataron muy bien y la comida es recomendable.

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no me voy a olvidar…Nos volveremos a ver, ¡Toledo!

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